PRIDE BTM
Descubrí, cuando era niño, que estoy hecho de carne, seiscientos
cincuenta músculos, doscientos cinco huesos, poco menos de un kilo y
medio de cerebro, y poco más de un kilo y medio de piel, y sobre ella se
distribuyen seis millones de terminaciones nerviosas dispuestas a
hacerme sentir que soy diferente. Descubrí, cuando era niño, que no soy
un héroe, pero tampoco un villano, que no soy más valiente que tú, ni
más cobarde, ni más gracioso, ni más aburrido, ni más listo, ni más
tonto. Soy exactamente igual a ti, pero también completamente distinto.
Descubrí, cuando era niño, que soy un hombre que ama a otros hombres, y
que tengo la lengua azul.
Y no es un azul cualquiera, no es cerúleo, cobalto, prusia o turquesa,
es azul ultramar, que se fabrica con el polvo de lapislázuli, la piedra
más bella, el “oro azul”, el color de los dioses, porque la grandeza de
mi don, merece el honor más alto.
A lo mejor te acabas de enterar, no te sientas culpable, no has hecho
nada mal, sigo siendo el mismo que tú conocías. Sigo siendo el niño que
se peleaba contigo en el patio del colegio, o el padre obligado a
casarse que no se atrevió a salir del armario, el hijo rarito de tu
vecina que pinta y escucha música clásica, el hermano al que no puedes
evitar querer a pesar de todo, el amigo por el que darías la vida que te
presentó a tu mujer, el jefe al que desprecias porque te explota, el
camarero que te sirve el café con una sonrisa, el médico que te salvará
la vida, el político que cobra sobresueldos en sobres de papel de
estraza, el cura que hipócritamente te bendice, el asesino que te
arrancará la vida… Soy ese hombre que se cruza contigo cada día y te
mira fijamente durante un instante, sin bajar la mirada, porque le
gustas y no se avergüenza de ello.
Pero no he llegado hasta aquí solo, han peleado por mí, y he tenido que
luchar para poder ser yo mismo, me he ganado el respeto de poder enseñar
mi lengua azul, y acabar con éste estigma, y que por fin entiendas que
me siento orgulloso. He tenido que hacer frente a una sociedad pacata,
políticos recalcitrantes, una iglesia retrógrada, una educación
obsoleta, leyes que me discriminan, médicos que me cuestionan, vecinas
que cuchichean, chulos de piscina que se creen mejores que yo. Si, lo
sé, es absurdo, ¿por qué se atreven a juzgarme? Yo he nacido así. No
preparé unas oposiciones a maricón, no había mil quinientas plazas y
gane una. Nadie me enseñó a ser así, nadie me convirtió, y aunque fueron
muchos los que intentaron convencerme de que lo ocultara, lo soy desde
el momento en que abrí los ojos y saqué la lengua.
Me siento muy bien siendo homosexual, a lo mejor prefieres llamarme gay
o sarasa, invertido, marica, trucha, mariconazo, lila, flojo, porculero,
nenaza, loca… tengo más nombres que el mismísimo diablo, y me gustan
todos, ninguno me ofende, porque soy consciente de que no son más que
palabras que tú necesitas para referirte mí, para esconder tu miedo;
pero no te hacen falta, créeme, tu llámame por mi nombre, con eso basta.
Me siento orgulloso de haber sido honesto con mi familia, con mis amigos
y la gente que quiero, y enseñarles mi lengua azul, porque no sólo he
mantenido su amistad y su cariño siendo quien yo era, sino que el
vínculo se ha reforzado. Porque me permite ser como soy, y salir a la
calle y coger de la mano a mi pareja y abrazarnos o besarnos, a quien yo
quiera, sin miedo, sin intentar encubrir apariencias, sin preocuparme de
que te sientas ofendido, porque nada de lo que yo haga debería
ofenderte.
Y aunque todavía haya alguna personas, políticos y religiosos que
intenten estereotiparnos y estigmatizarnos haciéndonos responsables de
cuanta depravación hay, llamándonos viciosos o enfermos, ya nadie se los
cree y en el fondo nos envidian, porque nosotros vivimos la vida que
ellos anhelan, y cada vez somos más los que damos un paso al frente
ignorando sus consignas tóxicas.
Tengo la lengua azul pero no soy un degenerado, yo no voy por la calle
buscando mi próxima relación fugaz, no vivo en un ambiente sórdido, no
soy un pervertido ni adoctrino a nadie, no intento hacer homosexuales a
todos los niños, aunque lamento que de mayores se lo pierdan porque a mí
me encanta. Tampoco tengo intención de resolver tus dudas, busca ayuda
profesional, supéralo, intenta comprenderlo, ver a donde te llevan tus
deseos, tus impulsos, tus sentimientos, quizás estemos más cerca de lo
que crees y aunque vayamos en sentidos contrarios nos movemos en la
misma dirección. Tú sé quién eres, o quién quieras ser, y no ocultes
nunca lo que sientes, porque a aquellos a quienes les molesta lo que
dices solo buscan tu silencio, y a quienes no les molesta están deseando
oír tu voz.
Ya se acabaron los cuidados, las tibiezas, los paños calientes, no te
voy a pedir perdón por ser como soy, voy a revindicar mis derechos. Esos
que a ti te han regalado, pero que yo he tenido que alcanzar luchando.
Voy a obligarte a respetarme con la misma intensidad que yo te respeto.
Y haré lo que sea necesario, de hecho ya lo estoy haciendo, y si no lo
consigo individualmente buscaré de forma colectiva el valor de desafiar,
de movilizar, de participar, de inspirar el movimiento, un movimiento
que me revindique y te haga entender que no soy, ni seré nunca menos que
tú, ni que cualquier otro ser humano. Lo aprendí de mis amigos maricas
que salieron a la calle en Stonewall, y a ellos se lo debo. Conquistare
cada uno de los sesenta países en los que hoy en día tener la lengua
azul está perseguido por la ley y en los veinte de ellos que se castiga
con la pena de muerte. Seguro que sabes que ser heterosexual no es
delito en ningún país del mundo. Pero todavía muchos adolescentes gais
se suicidan incapaces de soportar la presión de sus compañeros. Todavía
muchos de nosotros no podemos salir del armario en nuestros trabajos
porque la homosexualidad se paga con una discriminación absoluta.
Todavía…
Porque queda un largo camino que recorrer hasta alcanzar la igualdad
real y porque la visibilidad es un requisito imprescindible para
conseguirla. Pronuncio las siglas LGTBQI como si se tratara de un
antídoto, un refugio, una guarida, porque en ellas me siento
representado.
A T. Nhaveen, sus compañeros de clase querían hacerle “un hombre de
verdad”, era un poco afeminado, tenía 18 años cuando fue brutalmente
golpeado y violado con varios objetos punzantes, vejado, insultado,
humillado, incluso intentaron quemarlo antes de abandonar su cuerpo en
un camino polvoriento, ya en coma, casi sin vida, desangrado,
destrozado, inerte. Murió seis días más tarde. Los que se lo hicieron
eran como tú, y ninguno ha sido condenado. ¿Sabes por qué lo hicieron?:
Tenía la lengua azul.
Pedro Taboada de Zúñiga Campos