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Texto del catálogo ORDEN, DESORDEN Y COSTUMBRE

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DESORDEN 



Revolver en mi desorden es sorprender a mi memoria con pequeños sueños fugaces que había perdido entre mis papeles

Nacemos en medio de un caos y nos pasamos la vida intentando imponer orden, ¿tal vez por qué la realidad o verdad está en el equilibrio entre ambos?

El orden sin desorden nos acerca al somatismo de las máquinas, a una especie de esclavitud donde el desorden pasa a tener un doble sentido entre libertad clandestina y miedo a la inseguridad. Es un respiro en el sin sentido del orden absoluto que elimina las sorpresas, pero al mismo tiempo nos aleja de la seguridad que nos da el dominio del orden. (.las anhela e intenta comprenderlas para someterlas.). También es la magia porque es lo inesperado, lo imprevisible que, al fin y al cabo, es el resorte que hace que sigamos adelante, buscando respuestas.

El Men, (apodo de un compañero de sueños) que todo lo vive y lo cuenta a impulsos, a borbotones, como si cada idea explotase en su cabeza y saliese desde ahí disparada al exterior, a través de sus ojos y su boca, lleno de gesticulaciones y aspavientos, risas y miradas profundas, creándose y consumiéndose en cada instante, dentro del caos escénico que caracteriza su forma de contar las cosas. ¡¡¡HAY QUE MORIR DE REPENTE, NADA DE A CACHOS!!! Gritaba entre risas pero sabiendo que exponía un claro modelo de entender la vida a los que atentos le seguíamos. "Eso decía Alvarito un maestro del exceso y genio de la Steel-guitar". Luego nos seguía contando como este peculiar personaje se había hecho un virtuoso de ese extraño instrumento ya pasado de moda y que unos amigos en los astilleros Ferrolanos le confeccionaban las piezas que iba necesitando con fragmentos de la piel o las vísceras de abortados barcos, para reponer las perdidas de su viejo trasto. Vivir sin rumbo, sin un fin, sin pretender nada más que vivir, sentir, explorar, sin buscar nada, dejarse llevar por el caos tan solo molestándose lo imprescindible para sobrevivir, entero, nada de a cachos.

El orden nos ayuda a seguir viviendo, el desorden a entender la vida. Por eso se apega a quien quiere vivir muy rápido o demasiado lento.

La improvisación libera como nada a un creador, el comenzar un camino sin destino, compromiso o función, el dejar que todo corra fuera de los cánones meditados y sistematizado en el aprendizaje, y así aprender del desorden, o simplemente crear uno nuevo.

El ordenar nuestro entorno, no buscar uno preestablecido si no crear un orden propio que requiera de nuestra intervención y manipulación, nos hace sentir como dioses, porque nos hace creadores, creadores de un equilibrio lógico, más o menos complejo, rompiendo un equilibrio preexistente. Pero curiosamente no nos hace sentir libres, tal vez porque nuestro pequeño orden es ridículo frente a esquemas superiores, o porque se genera a través de reglas que lo que hacen es encorsetar en una dirección la libertad del caos, de la casualidad.

Muchos pintores del renacimiento inventaron mecanismos para intentar ordenar la visión de las cosas, la forma de representarlas y repetir casi fotográficamente sus modelos, sin embargo no perdieron la magia en sus pinturas, seguían sorprendiéndonos porque sus visiones se separaban de lo cotidiano y lo vulgar. Sabían encontrar el punto disonante dentro de ese orden para conseguir la sorpresa.

El orden asombra,... el caos sorprende. Lo difícil en una obra es poder mantener el equilibrio entre ambas, solo así se consigue la magia.

Sin desorden no hay sorpresas, no hay cambios, no hay preguntas.

El orden, una vez comprendido, facilita una lectura rápida y lógica, permitiéndonos atesorar el tiempo (el bien más preciado de nuestra existencia) al reducir los caminos para llegar a un destino. Aunque seguir siempre el mismo camino no nos permita conocer lo que se esconde en los otros senderos. Pararse, actuar, dejar de ser espectador e involucrarse, el placer de perderse para descubrir lo que nadie cuenta. 

La presencia del desorden hace que nos enfrentemos a él en una extraña dualidad, con reticencia. por el miedo a no saber lo que nos vamos a encontrar, o donde, o cuanto tardaremos y con la excitación en la búsqueda de la sorpresa.

Si algo sabe transmitir RGF en sus cuadros son las dudas, sobre la muerte, sobre las relaciones entre las personas, sobre lo que buscamos y los caminos que seguimos,........,siempre de forma serena, insistentemente a lo largo de su obra. Sabe encontrar el equilibrio entre el orden que da serenidad y el desorden que deja abierta la duda, la reflexión y la sorpresa. La contraposición entre la simetría o la geometría y la soledad, la desesperación la incomprensión o la simple contemplación. Su gran magia consiste en saber hacer dudar, en obligarte a buscar en tu existir cotidiano la respuesta a preguntas profundas, que no se enuncian, solo se sienten.

Pablo Reboredo