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ORESTES
Me pregunto si la manifestación del deseo es esencial al deseo mismo, que no podría sostenerse sin esa exteriorización. Por eso de esta serie de pinturas aquello que más nos va a interesar es la plasmación a través de la herida, de la marca corporal, de la verbalización del deseo. Los retratos de Orestes se distinguen por la inclusión en todos ellos de un mensaje escrito/grabado sobre la piel del modelo. Las imágenes se componen mediante un encuadre muy cerrado, extremadamente próximo al cuerpo retratado. No podemos distinguir la presencia de otro personaje, pero debe existir forzosamente un sujeto al que se dirija la interpelación que da título a cada pintura. Tal vez ese sujeto sea el propio espectador; en cualquier caso, en la posterior versión fotográfica del tema sí encontramos un segundo personaje en la escena, al recomponer el espacio que circundaría la imagen primitiva. Tanto el contenido semántico de los enunciados, como su plasmación en forma de “herida” devuelven estas obras al universo S&M de algunos dibujos más antiguos de González Fernández. En esta ocasión su acercamiento a las manifestaciones menos visibles del deseo nos resulta particularmente relevante en tanto que permite repensar el proceso de entrada en el discurso. Las imágenes de RGF remiten, en cualquier caso, a un proceso emocional desarrollado en catorce etapas que arranca en un prometedor Know Me para concluir con Forget Me. En todas hay una exploración de las pasiones y las emociones llevadas al extremo. La verbalización del deseo abyecto supone, como decimos, su entrada en un proceso de legitimación. Sin embargo, encontramos una dimensión perturbadora en la manera en que la manifestación del deseo tiene lugar. El acto verbal es producido precisamente sobre el cuerpo del sujeto al que se refiere, pero no podemos afirmar con todas garantías que el hecho de exponer el mensaje sobre la piel implique necesariamente que ese sea un acto de habla soberano del sujeto en cuestión. Existe una paradoja entre un cuerpo que produce un discurso con consecuencias sobre sí mismo pero que no puede considerarse inequívocamente responsable de él. Nos introduce en una reflexión sobre qué clase de actos de habla se inscriben sobre qué cuerpos, o a qué clase de mensajes nos vemos obligados a plegarnos.
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